Llegado el momento, cada cual abre la mente, siente su alma y se deja llevar por las sensaciones inocuas pero que le embargan, para plasmar mediante texturas ese algo que irradia la rabia, la tristeza, la grandeza, lo lúdico, la simplicidad y todos los sentimientos y actitudes que nos dan forma como seres humanos pensantes.
Los pincelazos vertidos no se refieren al Sub Marcos y su enconada alerta roja, o al gran festejo del jefe de la Nación, mucho menos al miedo de mencionar el título de algún libro de García Márquez, tampoco los relieves dejan entrever la seducción de un discurso desgastado o la caída libre de las adherencias políticas o el poco compromiso de quienes se ostentan humanistas.
Las sensaciones no resuelven la falta de libertad, pero si dan pie a una manifestación constante con respecto a lo que es nuestro entorno y como cada acción que realizamos afecta de alguna manera a todo el universo, afectar de manera positiva, evitando la realización de tesis de la vida, por que la vida se vive, no se estudia ni se articula en la ciencia y menos en la exactitud, se aprende a través de los errores y se acierta mediante los momentos realmente vividos.
Recuerdo a Joe Pesci en la película "Con Honores", él interpreta a Simon Wilder, un vagabundo, antes gran trabajador venido a menos, pero con la sabiduría que otorga el harto trajín de la lucha diaria; su indigna vida se resumía en las piedras que llevaba consigo en un pañuelo desgastado, cada piedra representaban los momentos más trascendentes de su existencia.
¿Cuántas son tus piedras?
¿Caben en tu mano o en un gran saco?
Las que fueren deben tener el mérito de dejar en ti el valor y la energía de ser, el apetito vehemente a estar.
Desde hoy busco una “piedra” que manifieste el afecto de que está poseída por un momento claro y evidente de mi participación en este espacio.
Hoy inicio y espero no terminar...
Sin ornatos, compartir ideas y hacerlas comunes, sin ser pretencioso.
*Inocuo: adj. Que no hace daño
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